El término prevención hace referencia a todo el conjunto de acciones que se llevan a cabo con la finalidad de disminuir la incidencia de una determinada patología o bien la mortalidad a causa de la misma.
Hay que diferenciar, por tanto, entre ambos escenarios, existiendo dos tipos de prevenciones:
Los casos de cáncer hereditario –con verdadera predisposición genética– son mínimos; alrededor de un 75-80% de los cánceres pueden atribuirse a factores exógenos (modificables). Por tanto, la prevención primaria del cáncer es prioritaria, al disminuir en gran medida su riesgo de desarrollo.
Las actuaciones en este ámbito se dirigen, por tanto, a aumentar el conocimiento de la población sobre aquellos hábitos que constituyen un factor de riesgo. A través de campañas y programas de educación se conciencia sobre el riesgo que supone mantener ciertos hábitos poco saludables.
No obstante, los resultados de estas campañas solo son visibles en el largo plazo, dado que el periodo de latencia de la mayoría de los cánceres es muy prolongado. Por ello, es fundamental la prevención secundaria.
Por tanto, dentro de este ámbito, se llevan a cabo los denominados programas de screening o cribado, que se desarrollan teniendo en cuenta las siguientes características:
Ejemplos claros de prevención secundaria, en los que existen programas a seguir por parte de los individuos sanos en su atención médica, son: