Blog de la Fundación OncoSur

Ángel Petricca, largo superviviente: “Ya no me siento enfermo”

Ángel Petricca, largo superviviente: “Ya no me siento enfermo”
Martes, 5 de Noviembre 2019
Ángel Mª Petricca era periodista de profesión y ahora, a sus 68 años, disfruta de su jubilación. Se mueve en moto por Madrid y planea realizar un viaje a Sudamérica con su mujer: “Llevábamos años pensándolo”, afirma. Tiene la casa repleta de las obras que él mismo crea. Trabaja la pintura, la escultura y, en general, toda expresión artística que le ayuda a canalizar sus emociones. Algo que aprendió en uno de los momentos más duros de su vida: en 2015, le diagnosticaron un cáncer de pulmón; en concreto, un adenocarcinoma de células no pequeñas localizado en el mediastino en pleno plexo solar.

Al principio fue tratado con quimioterapia y radioterapia y el tumor respondió favorablemente. Sin embargo, tres meses más tarde, el cáncer reapareció. En ese momento, Ángel decidió tomar las riendas de su enfermedad y, barajando varias opciones, escuchó el consejo de una conocida. Su caso era favorable para, a través de OncoSur, acceder a un ensayo clínico con inmunoterapia. Tres años han pasado desde entonces. “Y ya no me siento enfermo”, dice contundentemente, pues no recibe tratamiento, dado que, durante este tiempo, el tumor no ha presentado variación alguna.

 

¿Qué significa ser largo superviviente en cáncer?

Según tengo entendido, en cáncer, cuando se habla de largos supervivientes, se refieren a quienes continúan vivos cinco años después de haber sido diagnosticados. En mi caso, en realidad, me quedaría un año para ser considerado como tal, porque han pasado cuatro años desde el diagnóstico. Lo que ocurre es que mi esperanza de vida es bastante elevada, por lo que, aunque todavía no lo soy, voy camino de ser largo superviviente. 

 

¿Tiene que realizar un seguimiento médico? ¿Cada cuánto? 

Sí, actualmente estoy en seguimiento. Me realizan dos tipos de pruebas: un TAC de abdomen y unas analíticas. En general, los resultados son muy buenos. ¡Yo incluso creo que mejores que antes de tener el tumor! Supongo que será porque ahora me cuido mucho más y el tumor sigue igual que hace tres años: quieto, ni crece ni decrece.
 

¿Qué sensaciones tiene al acudir a las revisiones?

Para mí, ir a las revisiones supone una sensación de tranquilidad magnifica. Cuando se acerca el día que tengo que hacerme el TAC, reconozco que empiezo a pensar: ¿qué tal saldrán los resultados?, ¿estará todo bien? Pero, el día que voy al 12 de Octubre, como aquí me ayudaron tanto, me siento como en casa: muy seguro y muy protegido. Ni lo sufro, ni tengo miedo, ni tengo aprensión, ni nada. La verdad, muy contento.
 

¿Cuáles son las nuevas situaciones a las que se enfrentan las personas que, como tú, han superado la enfermedad? 

Ahora hago vida normal. Durante la quimioterapia tuve que adaptarme de muchas formas, pero, una vez pasada esa época, cuando entré en inmunoterapia prácticamente hago vida, como digo, absolutamente normal. “Prácticamente” porque sí que he mejorado: he cambiado mi alimentación, he dejado de fumar, hago deporte y llevo una vida sana. 
 

¿Hasta qué punto influye el padecer una enfermedad tan grave en su manera de vivir la vida? 

Mis prioridades han cambiado totalmente. No soy el mismo que era antes. Al principio, con el grado y con el tipo de cáncer, tenía mucho miedo a la muerte; la sentí muy de cerca. Ese tipo de experiencia te cambia completamente. Te das cuenta de lo que es importante y lo que no. He ganado en serenidad, tengo una forma de entender la vida más relajada, más placentera, y estoy menos estresado. Vivo más plenamente y con más tranquilidad.
 

¿Y para su familia y amigos ha supuesto algún cambio?

Tanto en mi casa como con mis amigos hablamos con toda la normalidad, incluso bromeamos. Sigo viendo a la misma gente y no he notado ningún cambio, la verdad.
 

¿Tiene alguna secuela física de la enfermedad o por los tratamientos?

Por la enfermedad, no. Durante la inmunoterapia, el efecto secundario más fuerte fue una hepatitis. Después de eso, me quedó una cierta artritis en el brazo derecho, que, en estos tres años, ha disminuido muchísimo. Como decía, he mejorado en salud en general, fundamentalmente por haber dejado el tabaco. Tenía un enfisema que ha mejorado bastante e incluso respiro mucho mejor: puedo hacer más ejercicio, sobre todo aeróbico.
 

Por lo que comenta, ha cambiado algunos hábitos de su vida…

Totalmente. En cuestión de alimentación, estoy más pendiente que antes; procuro no tomar alimentos procesados, por ejemplo. También he dejado de fumar, hago deporte y ando mucho. Mi mujer y yo hacemos senderismo todo el año, sobre todo en primavera y verano. También he estado yendo de manera intermitente al gimnasio para hacer pesas. En resumen, procuro llevar una vida saludable.

 

¿Mantiene contacto con otras personas que han vivido la enfermedad? 

Sí, porque varias amigas mías han tenido cáncer de mama justo en la misma época que yo. Cuando nos vemos, hablamos del tema, cómo han salido los resultados, etc. La verdad es que en mis amistades está todo muy normalizado.
 

¿Ha cambiado la imagen que tiene de sí mismo?

En general, sí ha cambiado: aunque siempre he sido muy positivo, ahora lo soy más. El hecho de haber estado cerca de la muerte me produjo mucho miedo al principio. Pero luego, en un momento, dado superé el miedo y empecé a sentirme más positivo, fuerte y optimista. A medida que el tiempo pasaba, ese optimismo y fortaleza se han ido reforzando. 
 

Para finalizar, ¿algo que quiera destacar especialmente de su experiencia?

Me gustaría hacer hincapié en la parte emocional. Curarse incluye aspectos no solo médicos, sino también psicológico-emocionales. Habría que prestarles más atención. Por experiencia propia, estuve unos meses recibiendo ayuda psicológica, que me ayudó muchísimo. En esa etapa, descubrí nuevas formas de canalizar lo que me pasaba y, en mi caso, lo hice a través de la artesanía. Al principio, trabajaba con conchas que recogía en mis paseos por la playa cuando estaba con la quimioterapia. Esas labores eran muy terapéuticas para mí. El arte me permite que la emoción fluya hacia fuera. Ahora todo eso ha ido a más: pinto acuarelas, hago esculturas de madera, me he vuelto polifacético y ¡tengo la casa llena de mis trabajos!