Los tratamientos quimioterápicos están diseñados para atacar a las células tumorales, cuya principal característica es que se multiplican rápidamente. Actúan en la fase de división de estas células, impidiendo su multiplicación y consiguiendo así la disminución de la extensión del tumor o, en el mejor de los casos, su desaparición.
Es por este motivo que la quimioterapia suele afectar también a las células sanas que se dividen a gran velocidad, como las del tubo digestivo, las de los folículos pilosos (lugar de nacimiento del pelo) o las de la médula ósea (donde se forman las células de la sangre). Y esta afectación es precisamente la principal responsable de los efectos secundarios más frecuentes de la quimioterapia: las náuseas y los vómitos.
Las náuseas y los vómitos desaparecen rápidamente tras finalizar el tratamiento y es posible reducir sus efectos tomando algún fármaco antiemético antes de la quimioterapia o, incluso, unos días después.
Algunos pacientes pueden llegar a experimentar lo que se conoce como náuseas y vómitos anticipatorios: la llegada al hospital o la presencia de determinados olores les provoca una alta sensación de malestar por la asociación de dichos ambientes con la propia quimioterapia. En estos casos, las técnicas de relajación han demostrado ser muy útiles en la reducción de la ansiedad.
En cualquier caso, es importante aprender a controlar estos síntomas lo mejor posible, por su gran impacto negativo en la nutrición y el estado general del organismo. Orientar la alimentación y los hábitos alimenticios hacia aquellos que más favorecen la reducción de las náuseas y los vómitos puede ser de gran ayuda durante el tiempo en que se está recibiendo quimioterapia. Es aconsejable:
Además, este tipo de hábitos deberán complementarse con una serie de consejos básicos a implementar en la rutina diaria:
No obstante, no todo el mundo experimenta náuseas o vómitos tras recibir quimioterapia y, en muchas ocasiones, los pacientes indican que estos síntomas son bastante tolerables, especialmente si se tiene en cuenta que existen numerosos fármacos que los reducen.
Así mismo, debe tenerse en cuenta que la aparición de náuseas o vómitos, así como de otros efectos secundarios relacionados con la quimioterapia (diarrea, pérdida de apetito, estreñimiento, etc.), no es indicativa de la evolución de la enfermedad, a pesar de que el paciente lo sienta así. El tumor puede evolucionar de manera favorable y, sin embargo, padecer síntomas asociados a la quimioterapia. Como decíamos, al finalizar el tratamiento, las molestias desaparecerán.