Blog de la Fundación OncoSur

Manejo de la toxicidad inmune

 Manejo de la toxicidad inmune
Lunes, 16 de Noviembre 2020
La inmunoterapia se trata de un nuevo grupo de fármacos cuyo uso ya está recomendado para el tratamiento de varios tipos de tumores y en fase de ensayo clínico en otros tipos de cáncer. Su objetivo es estimular o despertar las propias defensas del organismo para que el sistema inmune del paciente reaccione y sea capaz de actuar por sí solo contra el tumor y las células tumorales.

Hasta ahora, el objetivo terapéutico se fijaba en destruir las células cancerosas a través de la quimioterapia y la radioterapia, pero con la inmunoterapia lo que se busca es precisamente estimular al sistema inmune para que sea él mismo el que detecte el tumor y lo destruya. En consecuencia, los efectos secundarios que la inmunoterapia presenta suelen diferir de los ya conocidos por tratamientos convencionales como son la quimioterapia o la radioterapia.


¿Cuáles son los principales efectos secundarios de la inmunoterapia?


Los efectos secundarios en inmunoterapia se producen porque esa sobreestimulación del sistema inmune provoca que éste reaccione no solo frente al tumor sino también frente a los tejidos normales. Por este motivo, se puede originar cualquier tipo de reacción en cualquier parte del cuerpo.


Las reacciones y su gravedad varían en relación a la persona, pudiéndose presentar diferentes síntomas en pacientes que están recibiendo el mismo tipo de tratamiento. Los efectos secundarios más habituales en inmunoterapia son:

 

  1. Piel. Lo más común es que se produzcan reacciones muy sencillas como podrían ser los eritemas (enrojecimiento e inflamación), picores o piel seca. Existen otro tipo de reacciones, más excepcionales, como son la descamación o la aparición de ampollas en cualquier parte del cuerpo.
  2. Diarrea. Constituye el efecto más frecuente a nivel gastrointestinal. Resulta de enorme importancia controlarla y que se efectúe a tiempo. Si ante su aparición no se logra controlar más allá del segundo día es necesario que los pacientes se lo comuniquen a su equipo médico para que de esta manera reciban el tratamiento más adecuado.
  3. Alteraciones de las glándulas endocrinas (sobre todo del tiroides). Suele ser el siguiente efecto secundario en cuanto a frecuencia nos referimos. Estas pueden provocar cambios en la función del tiroides y que sea, por tanto, necesario administrar hormonas tiroideas para tratarlo.
  4. Hígado. La inmunoterapia puede provocar una elevación de las enzimas del hígado, parámetro cuyo seguimiento se establece mediante analíticas de control que permiten detectar esta posible variación a tiempo.
  5. Por último, los pulmones es otra de la zona que puede verse afectada, y es posible que el paciente presente una neumonitis (inflamación de los pulmones y cuya sintomatología es similar a la que se produce en una neumonía con infección: tos, fiebre, etc.)
  6. Excepcionalmente puede ocurrir toxicidad en el corazón, en los ojos o en las meninges.

En cuanto a la aparición de estos efectos secundarios, “no suelen ser inmediatos y, por lo general, se suelen producir en la segunda o tercera dosis de la administración del tratamiento”, aclara la Dra. Lara Iglesias, Oncólogo médico del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.


Más leves y menos frecuentes


Si comparamos los efectos secundarios de la inmunoterapia con respecto a los producidos por la quimioterapia o radioterapia, “las reacciones producidas por la inmunoterapia son menos frecuentes que los efectos secundarios de la quimioterapia. Además, por lo general, en la mayoría de las personas, estos suelen ser de carácter leve y, por tanto, se solucionan fácilmente “, comenta la Dra. Iglesias.


“Rara vez ocurren reacciones muy graves y, en caso de que así sea, se dan en un pequeño porcentaje de pacientes”, prosigue la Dra. Iglesias. En estos casos es posible que “requieran hospitalización y un manejo farmacológico mediante agentes inmunodepresores, diferente por tanto de lo que veníamos haciendo con la quimioterapia. Así mismo puede que necesiten una valoración interdisciplinar en la que intervengan más especialistas médicos más allá del oncólogo”, añade.


Abordaje


A pesar de la variabilidad de los efectos secundarios, existen diferentes pautas o hábitos que las personas que reciben inmunoterapia pueden implantar en su vida diaria con el objetivo de minimizar el impacto o, inclusive, llegar a prevenir ciertas toxicidades. Por ejemplo, en el caso de la piel, es fundamental que el paciente tenga una buena hidratación y realice un cuidado adecuado, por lo general, más constante que el que se suele realizar de manera habitual. “Nada más empezar la inmunoterapia recomendamos a la persona que empiece a utilizar cremas hidratantes para evitar que la piel sufra en exceso durante el tratamiento” afirma la Dra. Otra serie de hábitos que benefician la tolerabilidad de la posible aparición de efectos secundarios pueden ser asegurar una adecuada ingesta de agua, evitar el consumo de alcohol y el ejercicio físico para prevenir el cansancio.


Por otra lado, la información y formación del paciente y de sus cuidadores con respecto a la toxicidad inmune es otro de los pilares básicos en su abordaje. Resulta de enorme importancia comunicar a quien va a recibir un tratamiento de inmunoterapia la posible sintomatología que puede experimentar y qué pautas ha de seguir en caso de que esta aparezca. Si el paciente, aun siguiendo las pautas indicadas, no logra un control de la sintomatología hay que proporcionarle las vías de rápida comunicación con su centro tratante (hospital de día, urgencias, etc.)


“En caso de que necesite acercarse al servicio cercano de urgencias, resulta de enorme importancia que toda persona que sea tratada con inmunoterapia cuente con un informe que especifique dicho tratamiento. De esta forma, nos aseguramos que cuando acuda a Urgencias, el enfoque en el abordaje de estos efectos secundarios sea el adecuado para sus circunstancias”, sostiene la Dra.


Otras de las opciones en el manejo de la toxicidad inmune, es la posibilidad que el hospital de referencia habilite un número de teléfono de referencia al que pueden dirigirse las personas que reciben inmunoterapia y no logren controlar los efectos secundarios del tratamiento. De esta forma, los pacientes disponen de un contacto directo con su equipo médico de referencia para que determine decisiones tales como si es necesario adelantar la cita.


Afectación psicológica


Además de a nivel clínico, la aparición de los efectos secundarios tiene un notable impacto psicológico para las personas, en especial cuando se hace necesario interrumpir el tratamiento por un tiempo a causa de su toxicidad. “Cuando es necesario parar el tratamiento de inmunoterapia y utilizar fármacos que inhiben las defensas que antes estábamos estimulando, las principales preocupaciones del paciente son: ¿qué va a pasar con mi tumor? y ¿cuánto tiempo va a hacer falta para que podamos seguir con el tratamiento?”, específica la Dra.


En este sentido, “los pacientes, han de confiar en la relación con su oncólogo que les explicará adecuadamente el riesgo/beneficio que supone pausar el tratamiento y cuando es posible volver a empezar otra vez el tratamiento”, recomienda la Dra. Iglesias.